miércoles, 10 de diciembre de 2008

LA ISLA CALIFORNIA

Mucho años atrás, antes de ubicarse California en la historia y en la geografía del mundo, su nombre ya rodaba envuelto en penumbras de leyenda y en humo de fantasía. Un historiador mexicano escribió lo siguiente: “ Desde las nebulosidades de su prehistoria, Baja California, la tentadora, no ha dejado un solo instante, a través de los siglos, de embrujar a los hombres con su inexplicable y fuerte hechizo...”


En 1510, en el libro “Las Sergas de Esplandián” escrito por Garcia Ordóñez de Montalvo, aparece por primera vez la “isla California” que estaba habitada por mujeres y con una reina llamada Calafia. En la isla, además, había abundancia de oro que lo utilizaban para forjar sus armas. Un fragmento del capítulo CLVII del libro dice:
“Quiero agora que sepais una cosa la mas extraña que nunca por escriptura ni por memoria de la gente en ningún caso hallar se pudo, por donde el día siguiente fue la ciudad en punto de ser perdida, y cómo de allí donde le vino el peligro, le vino la salud. Sabed que a la diestra mano de las Indias hubo una isla llamada California, muy llegada a la parte del Paraíso Terrenal, la cual fue poblada de mujeres negras, sin que algún varón entre ellas hubiese, que casi como las amazonas era su estilo de vivir. Estas eran de valientes cuerpos y esforzados y ardientes corazones y de grandes fuerzas; la ínsula en sí la mas fuerte de riscos y bravas peñas que en el mundo se hallaba; las sus armas eran todas de oro, y también las guarniciones de las bestias fieras en que, después de haberlas amansado, cabalgaban; que en toda la isla no había otro metal alguno...”


Los romances y los libros de caballerías de esa época formaron parte de la forma de ser del pueblo español y lo impulsó para grandes hazañas y acciones heroicas. Pero también fueron un acicate para su imaginación y anhelos de aventura. En los libros encontraron las fantasías que esperaban hacer realidad: Nuevas tierras que descubrir, ínsulas maravillosas llenas de riqueza, ciudades fantásticas, los gigantes, los grifos, las serpientes aladas, las atrevidas amazonas.
Por eso, desde que Cristóbal Colón llegó a América en 1492, se comenzó a hablar de la existencia de una isla poblada únicamente de mujeres, idea que compartían todos los marinos y soldados que lo acompañaron en sus cuatro viajes. Después, cuando Hernán Cortés se apoderó de Tenochtitlan, en 1521, y se incrementaron las exploraciones por la nueva tierra conquistada, la idea de una isla llena de riqueza y de mujeres estuvo latente en la mente de los aventureros españoles.
Cortés tuvo noticias de la existencia de esa isla, por boca de uno de sus capitanes quien le refirió “que los señores de la provincia de Giguatán, que se afirman mucho haber una isla toda poblada de mujeres, sin varón ninguno, y que en ciertos tiempos van de la tierra firme hombres, con los cuales han acceso, y las que quedan preñadas, si paren mujeres las guardan, y si hombres los echan de su compañía; y que esta isla está diez jornadas de esta provincia, y que muchos de ellos han ido allá y la han visto...”
Con estos informes, Cortés preparó varias expediciones y una de ellas, por azar, llegó a las costas de esa tierra anhelada. Para muchos marinos y soldados esa fue California, aquella a la cual se refería las Sergas de Esplandián, con sus amazonas, su reina Calafia y sus riquezas. Y por muchos años, esa tierra descubierta fue considerada como isla.


Fue hasta el siglo XVIII, después de varias exploraciones al norte de esta región, cuando se supo con certeza que ésta no era isla sino península, acabando así con ese mito iniciado en el siglo XV con la publicación del libro de caballerías de Ordóñez de Montalvo.

No hay comentarios: