Aún cuando el movimiento de la independencia de México pasó hasta cierto punto desapercibido por los habitantes de la península bajacaliforniana, debido a su aislamiento y la escasa población de ese entonces, lo cierto es que para el año de 1822 las poblaciones de San José del Cabo, San Antonio, Loreto y La Frontera, habían realizado la jura de la independencia con todo el protocolo que exigía ese acto. Desde luego, debemos aclarar que en el resto de la República, los juramentos se iniciaron desde el mes de septiembre de 1821, coincidiendo con la entrada de Agustín de Iturbide y el Ejército Trigarante a la ciudad de México.
En la Baja California, la jura de la independencia tiene una historia peculiar, rodeada de interesantes anécdotas, entre las que se incluye la presencia de dos buques de la armada chilena y los supuestos peligros que entrañaban para los habitantes de la región. Lo que no sabían es que esos buques formaban parte de la flota al mando del almirante Thomas Cochrane, quien tenía la misión de apoyar la independencia de México persiguiendo y capturando barcos españoles.
Con ese propósito, en el mes de febrero de 1822, llegó el buque “Independence” a San José del Cabo, al mando del comodoro William Wilkinson y desde allí divisaron una nave enemiga mar adentro. Decidieron atacarla y para sorprenderla,—no fuera a ser el diablo—cubrieron sus cañones con lonas e izaron la bandera inglesa para simular que era un mercante con rumbo a Asia. Cuando estaban a poca distancia izaron la bandera estrellada de Chile y descubrieron ocho cañones que apuntaban al bergantín, causando el pánico de los tripulantes, muchos de los cuales se arrojaron al mar. No era para menos, dada la fama de la armada de ese país.
“El Araucano” fue otro de los barcos que envió Cochrane a la Baja California al mando del capitán Simpson y éste, por instrucciones del comodoro Wilkinson, se dirigió a la población de Loreto con el objetivo de comprar provisiones, sobre todo carne para beneficiarla y convertirla en “charqui”, un platillo típico de Chile. A su arribo al pueblo mandó detener al gobernador Arguello y saquearon su casa, ya que lo consideraban como autoridad española.
Simpson dejó a una parte de la tripulación en Loreto con el encargo de preparar el “charqui” mientras se dirigía a Guaymas en busca de mas provisiones. A su regreso encontró que la rivalidad entre sus marineros y los pobladores se había acrecentado a tal grado que éstos tuvieron que huir al pueblo de Comondú. La llegada del otro barco, el “Independence” puso fin al conflicto y dio oportunidad para que el Alférez José María Mata, ante la presencia de Wilkinson y Simpson, proclamara la independencia el 7 de marzo de 1822.
Según la versión de algunos historiadores, el 25 de febrero de ese año, se efectuó la jura de la independencia en el pueblo de San Antonio por Fernando de la Toba, comandante de las armas en la región sur. Lo mismo hizo en San José del Cabo en los primeros días del mes de marzo. Los dos actos fueron motivados por la presencia de los barcos chilenos.
La última jura considerada como oficial fue la que realizó Agustín Fernández de San Vicente, representante del gobierno de Iturbide, el 7 de julio de 1822, en el pueblo de Loreto, según consta en el acta que se levantó con ese motivo. San Vicente aprovechó también su estancia en el lugar para instalar el ayuntamiento que quedó integrado por las siguientes personas: Alcalde, Juan Higuera; Primer Regidor, Anastasio Arce; Segundo Regidor, Enrique Cota; Síndico Procurador, Luis Cuevas.
Así terminaron los actos de adhesión al nuevo país, en tanto que los barcos de Thomas Cochrane, causantes indirectos de las juras de la independencia, regresaron a Valparaíso a fines de junio de ese mismo año. Como recuerdo de su presencia queda en Baja California Sur, el hotel EL Chileno, en el corredor turístico de Los Cabos.
Por lo que respecta a la región conocida como La Frontera—hoy el Estado de Baja California—el juramento de la independencia se llevó a cabo el 16 de mayo de 1822, por el teniente José Manuel Ruiz, en el poblado de San Vicente.
Fuente: Libro crónicas La Paz y sus historias.
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